Salmo responsorial
Salmo 31:2-6, 15-16, 20
2 En ti, Yahveh, me cobijo, ¡oh, no sea confundido jamás! ¡Recóbrame por tu justicia, líbrame,
3 tiende hacia mí tu oído, date prisa! Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve;
4 pues mi roca eres tú, mi fortaleza, y, por tu nombre, me guías y diriges.
5 Sácame de la red que me han tendido, que tú eres mi refugio;
6 en tus manos mi espíritu encomiendo, tú, Yahveh, me rescatas. Dios de verdad,
15 Mas yo confío en ti, Yahveh, me digo: «¡Tú eres mi Dios!»
16 Está en tus manos mi destino, líbrame de las manos de mis enemigos y perseguidores;
20 ¡Qué grande es tu bondad, Yahveh! Tú la reservas para los que te temen, se la brindas a los que a ti se acogen, ante los hijos de Adán.
Evangelio
Juan 19:25-27
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
O también:
Lucas 2:33-35
33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -
35 ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.»
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