Lecturas del día:
Primera lectura
Isaías 56:1, 6-71 Así dice Yahveh: Velad por la equidad y practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y mi justicia para manifestarse.6 En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para su ministerio, para amar el nombre de Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado sin profanarle y a los que se mantienen firmes en mi alianza,7 yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos.Salmo responsorial
Salmo 67:2-3, 5-6, 82 ¡Dios nos tenga piedad y nos bendiga, su rostro haga brillar sobre nosotros!3 Para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación entre todas las naciones.5 Alégrense y exulten las gentes, pues tú juzgaz al mundo con justicia, con equidad juzgas a los pueblos, y a las gentes en la tierra gobiernas.6 ¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!8 ¡Dios nos bendiga, y teman ante él todos los confines de la tierra!Segunda lectura
Romanos 11:13-15, 29-3213 Os digo, pues, a vosotros, los gentiles: Por ser yo verdaderamente apóstol de los gentiles, hago honor a mi ministerio,14 pero es con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos.15 Porque si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?29 Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables.30 En efecto, así como vosotros fuisteis en otro tiempo rebeldes contra Dios, mas al presente habéis conseguido misericordia a causa de su rebeldía,31 así también, ellos al presente se han rebelado con ocasión de la misericordia otorgada a vosotros, a fin de que también ellos consigan ahora misericordia.32 Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia.Evangelio
Mateo 15:21-2821 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.»23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»24 Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»26 El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»27 «Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.
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