Lecturas del día:
Primera lectura
Malaquías 3:1-4, 23-241 He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el Angel de la alianza, que vosotros deseáis, he aquí que viene, dice Yahveh Sebaot.2 ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero.3 Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para Yahveh los que presentan la oblación en justicia.4 Entonces será grata a Yahveh la oblación de Judá y de Jerusalén, como en los días de antaño, como en los años antiguos.23 He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y terrible.24 El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema.Salmo responsorial
Salmo 25:4-5, 8-10, 144 Muéstrame tus caminos, Yahveh, enséñame tus sendas.5 Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación. En ti estoy esperando todo el día,8 Bueno y recto es Yahveh; por eso muestra a los pecadores el camino;9 conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero.10 Todas las sendas de Yahveh son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus dictámenes.14 El secreto de Yahveh es para quienes le temen, su alianza, para darles cordura.Evangelio
Lucas 1:57-6657 Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo.58 Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella.59 Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías,60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.»61 Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.»62 Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase.63 El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados.64 Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.65 Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas;66 todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
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