1ª Lectura
Ez 2,8-10
8 Pero tú, hijo de hombre, escucha lo que te digo; no seas rebelde como esta raza de rebeldes; abre la boca y come lo que te doy». 9 Yo miré y vi una mano tendida hacia mí con un libro enrollado. 10 Lo desenrolló ante mi vista. Estaba escrito por dentro y por fuera, y contenía
lamentaciones, gemidos y ayes. II. JUICIO DE DIOS CONTRA EL PUEBLO ESCOGIDO
(3,1-24,27)
Ez 3,1-4
1 Y me dijo: «Hijo de hombre, cómelo; come este libro y vete a hablar a la casa de Israel». 2 Yo abrí la boca, y me hizo tragar el libro. 3 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este libro que yo te doy». Yo lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel. 4 Después me dijo: «Hijo de hombre, anda, dirígete a la casa de Israel y comunícales mis palabras.
Ez 2,8-10
8 Pero tú, hijo de hombre, escucha lo que te digo; no seas rebelde como esta raza de rebeldes; abre la boca y come lo que te doy». 9 Yo miré y vi una mano tendida hacia mí con un libro enrollado. 10 Lo desenrolló ante mi vista. Estaba escrito por dentro y por fuera, y contenía
lamentaciones, gemidos y ayes. II. JUICIO DE DIOS CONTRA EL PUEBLO ESCOGIDO
(3,1-24,27)
Ez 3,1-4
1 Y me dijo: «Hijo de hombre, cómelo; come este libro y vete a hablar a la casa de Israel». 2 Yo abrí la boca, y me hizo tragar el libro. 3 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este libro que yo te doy». Yo lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel. 4 Después me dijo: «Hijo de hombre, anda, dirígete a la casa de Israel y comunícales mis palabras.
Salmo Responsorial
Sal 119,14
14 yo encuentro la alegría en cumplir tus decretos más que en todas las riquezas;
Sal 119,24
24 tus decretos hacen mis delicias, ellos son mis consejeros.
Sal 119,72
72 la ley de tu boca es para mí mejor que millones de oro y plata.
Sal 119,103
103 qué dulce a mi paladar es tu promesa: mucho más que la miel para mi boca;
Sal 119,111
111 lo mío serán siempre tus órdenes, pues ellas son la alegría de mi corazón;
Sal 119,131
131 yo suspiro con la boca abierta, pues estoy ansioso de tus mandamientos.
Sal 119,14
14 yo encuentro la alegría en cumplir tus decretos más que en todas las riquezas;
Sal 119,24
24 tus decretos hacen mis delicias, ellos son mis consejeros.
Sal 119,72
72 la ley de tu boca es para mí mejor que millones de oro y plata.
Sal 119,103
103 qué dulce a mi paladar es tu promesa: mucho más que la miel para mi boca;
Sal 119,111
111 lo mío serán siempre tus órdenes, pues ellas son la alegría de mi corazón;
Sal 119,131
131 yo suspiro con la boca abierta, pues estoy ansioso de tus mandamientos.
Evangelio
Mt 18,1-5
1 En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es, entonces, el más grande en el reino de Dios?». 2 Jesús llamó a un niño, lo puso en el centro 3 y dijo: «Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios. 4 El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de Dios».
EL ESCÁNDALO 5 «El que acoge en mi nombre a un niño como éste, a mí me acoge.
Mt 18,10
10 Guardaos de despreciar a uno de estos pequeñuelos, porque yo os digo que sus ángeles en los cielos están continuamente en la presencia de mi Padre celestial.
Mt 18,12-14
12 «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve e irá a buscar la extraviada? 13 Y si la encuentra, os aseguro que se alegra por ella más que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. 14 De la misma manera, vuestro Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de esos pequeñuelos».
Mt 18,1-5
1 En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es, entonces, el más grande en el reino de Dios?». 2 Jesús llamó a un niño, lo puso en el centro 3 y dijo: «Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios. 4 El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de Dios».
EL ESCÁNDALO 5 «El que acoge en mi nombre a un niño como éste, a mí me acoge.
Mt 18,10
10 Guardaos de despreciar a uno de estos pequeñuelos, porque yo os digo que sus ángeles en los cielos están continuamente en la presencia de mi Padre celestial.
Mt 18,12-14
12 «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve e irá a buscar la extraviada? 13 Y si la encuentra, os aseguro que se alegra por ella más que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. 14 De la misma manera, vuestro Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de esos pequeñuelos».
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