miércoles, 1 de diciembre de 2010

Evangelio 2 de Diciembre de 2010

  • Primera Lectura: Isaías 26, 1-6
    "El pueblo justo se mantiene fiel al Señor"

    Aquel día se cantará este canto en el país de Judá:
    «Tenemos una ciudad fuerte; ha puesto el Señor para salvarla murallas y baluartes: Abran las puertas para que entre el pueblo justo, el que se mantiene fiel; su ánimo está firme para conservar la paz, porque confía en ti. Confíen siempre en el Señor, porque el Señor es la roca perpetua: doblegó a los que habitaban en la altura; derribó a la ciudad encumbrada, la derribó hasta el suelo, la arrojó en el polvo , y la pisan los pies, los pies de los humildes, las pisadas de los pobres».

  • Salmo Responsorial: 117
    "Bendito el que viene en nombre del Señor."

    Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor, que buscar con los fuertes una alianza.
    R. Bendito el que viene en nombre del Señor.

    Abranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación.
    R. Bendito el que viene en nombre del Señor.

    Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine.
    R. Bendito el que viene en nombre del Señor.

  • Evangelio: Mateo 7, 21.24-27
    "El que cumple la voluntad de mi Padre entrará en el Reino de los cielos"

    En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
    «No todo el que me dice “¡Señor, Señor!” entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
    El que escucha mis palabras y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, bajaron las crecientes, soplaron los vientos y arremetieron contra la casa; pero no se cayó, porque estaba cimentada sobre roca.
    El que escucha mis palabras y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, bajaron las crecientes, soplaron los vientos y chocaron contra la casa; y la arrasaron completamente».

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