viernes, 25 de marzo de 2011

Evangelio 26 de Marzo de 2011

  • Primera Lectura: Miqueas 7, 14-15.18-20
    "Arrojará a lo hondo del mar nuestros delitos"

    Señor, Dios nuestro, pastorea a tu pueblo con tu bastón, al rebaño de tu heredad, que vive solitario entre malezas y matorrales silvestres; que lo pastoreen como antes en Basán y en Galaad; como cuando saliste de Egipto te haré ver maravillas.
    ¿Qué Dios hay como tú, que absuelva de la culpa y pase por alto la rebeldía del resto de su heredad, que no mantenga por siempre su cólera, porque se complace en ser bueno? De nuevo se compadecerá de nosotros y sepultará nuestras culpas. Tú arrojarás al fondo del mar nuestros pecados; así manifestarás tu fidelidad a Jacob, y tu amor a Abrahán, como lo prometiste a nuestros antepasados, desde los tiempos remotos.

  • Salmo Responsorial: 102
    "El Señor es compasivo y misericordioso."

    Bendice al Señor, alma mía, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, no te olvides de sus beneficios.
    R. El Señor es compasivo y misericordioso.

    El perdona todos tus pecados y cura todas tus enfermedades. El rescata tu vida del sepulcro, y te colma de amor y de ternura.
    R. El Señor es compasivo y misericordioso.

    No está siempre acusando ni guarda rencor eternamente; no nos trata como merecen nuestros pecados, ni nos paga de acuerdo con nuestras culpas.
    R. El Señor es compasivo y misericordioso.

    Como la altura del cielo sobre la tierra, así es su amor con los que lo respetan; y como está lejano el oriente del poniente, así aleja de nosotros nuestros crímenes.
    R. El Señor es compasivo y misericordioso.

  • Evangelio: Lucas 15, 1-3.11-32
    "Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida"

    En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los recaudadores de impuestos para Roma y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban:
    «Este anda con pecadores y come con ellos».
    Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca”.
    Y el Padre les repartió los bienes.
    A los pocos días, el hijo menor recogió sus cosas, partió a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo como un libertino. Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en aquella región, y el muchacho empezó a pasar necesidad. Entonces fue a servir a casa de un hombre de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Para llenar su estómago, habría comido hasta el alimento que daban a los cerdos, pero no se lo permitían. Entonces reflexionó y se dijo:
    “¡Cuántos trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino, volveré a casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; tratáme como a uno de tus jornaleros”.
    Se puso en camino hacia la casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo cubrió de besos. El hijo empezó a decirle:
    “Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
    Pero el padre dijo a sus criados:
    “Traigan en seguida el mejor vestido y pónganselo; pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Tomen el ternero gordo, mátenlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
    Y comenzaron la fiesta.
    Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando vino y se acercó a la casa, al oír la música y los cantos, llamó a uno de los criados y le preguntó qué era lo que pasaba. El criado le dijo:
    “Ha regresado tu hermano, y tu padre ha matado el ternero gordo, porque lo ha recobrado sano”.
    El se enojó y no quería entrar.
    Su padre salió y trataba de convencerlo, pero el hijo le contestó:
    “Hace ya muchos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. Pero llega ese hijo tuyo, que se ha gastado tus bienes con prostitutas, y le matas el ternero gordo”.
    El padre le respondió:
    “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero tenemos que alegrarnos y hacer fiesta, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».

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