martes, 12 de abril de 2011

Evangelio 13 de Abril de 2011

  • Primera Lectura: Daniel 3, 14-20. 49-50. 91-92. 95
    "Dios mandó a su ángel para liberar a sus siervos"

    En aquellos días dijo el rey Nabucodonosor:
    «¿Es cierto, Sidrak, Misak y Abdenagó, que no veneran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que he mandado fabricar? ¿Están o no dispuestos, en cuanto oigan el sonido de la trompeta, de la mandolina, de la flauta, de la cítara, del arpa, de la lira, y demás instrumentos musicales, a postrarse y adorar la estatua que he mandado fabricar? Si no la adoran, serán arrojados inmediatamente a un horno de fuego ardiente, y ¿qué dios podrá librarlos de mi poder?»
    Respondieron Sidrak, Misak y Abdenagó a Nabucodonosor, diciendo:
    «Oh rey, no tenemos necesidad de responderte sobre este asunto. Si nuestro Dios, a quien damos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiente y de tu poder, nos librará. Y aunque no lo hiciera, debes saber, oh rey, que no serviremos a tu dios ni nos postraremos ante la estatua de oro que has mandado fabricar».
    Entonces Nabucodonosor, lleno de ira y visiblemente enfurecido contra Sidrak, Misak y Abdenagó, mandó que se encendiera el horno con una intensidad siete veces mayor de la acostumbrada, y ordenó a algunos de los hombres más vigorosos de su ejército que ataran a Sidrak, Misak y Abdenagó y los arrojaran al horno de fuego ardiente.
    Pero el ángel del Señor bajó al horno junto a Azarías y sus compañeros, lanzó las llamas fuera del horno e hizo que en el horno soplara un viento fresco, de manera que el fuego no les causó daño ni molestia alguna; ni siquiera los tocó.
    Entonces el rey Nabucodonosor se quedó totalmente sorprendido; se levantó de inmediato y dijo a sus ministros:
    «¿No arrojamos nosotros al fuego a estos tres hombres bien atados?»
    Ellos contestaron:
    «Sí, oh rey».
    El rey replicó:
    «Pues yo veo cuatro hombres desatados que caminan en medio del fuego, sin sufrir daño, y el cuarto tiene el aspecto de un dios».
    Nabucodonosor los hizo salir del horno y exclamó:
    «Bendito sea el Dios de Sidrak, Misak y Abdenagó, que ha mandado a su ángel y ha salvado a sus siervos. Pusieron su confianza en él y, desobedeciendo la orden del rey, prefirieron arriesgar su vida antes de servir y adorar a otro dios fuera del suyo».

  • Interleccional: Bendito seas, Señor, para siempre.

    Bendito seas, Señor, Dios de nuestros antepasados, a ti gloria y alabanza por siempre. Bendito sea tu nombre santo y glorioso, a él gloria y alabanza por siempre.
    R. Bendito seas, Señor, para siempre.

    Bendito seas en el templo de tu santa gloria, a ti gloria y alabanza por siempre. Bendito seas en tu trono de rey, a ti gloria y alabanza por siempre.
    R. Bendito seas, Señor, para siempre.

    Bendito tú que penetras los abismos y estás sentado sobre querubines, a ti gloria y alabanza por siempre. Bendito seas en el firmamento del cielo, glorificado por siempre con cánticos.
    R. Bendito seas, Señor, para siempre.
  • Evangelio: Juan 8, 31-42
    "Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres"

    En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos que habían creído en él:
    «Si permanecen fieles a mi palabra, ustedes serán verdaderamente mis discípulos; así conocerán la verdad y la verdad los hará libres».
    Ellos le respondieron:
    «Somos descendientes de Abrahán; nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué significa eso de que seremos libres?»
    Jesús les contestó:
    «Yo les aseguro que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no permanece para siempre en la casa, mientras que el hijo sí. Por eso, si el Hijo les da la libertad, serán verdaderamente libres. Ya sé que son descendientes de Abrahán. Sin embargo, quieren matarme, porque no aceptan mi enseñanza. Yo hablo de lo que he visto hacer a mi Padre; sus acciones, en cambio, ponen de manifiesto lo que han oído a su padre».
    Ellos le dijeron:
    «Nuestro padre es Abrahán».
    Jesús contestó:
    «Si fueran de verdad hijos de Abrahán, harían lo que él hizo. Ustedes quieren matarme a mí, que les he dicho la verdad que aprendí de Dios mismo. Abrahán no hizo nada semejante. Ustedes hacen las obras de su padre».
    Le respondieron:
    «Nosotros no somos hijos ilegítimos. Dios es nuestro único padre».
    Jesús les dijo entonces:
    «Si Dios fuera su Padre, me amarían, porque yo salí de Dios y he venido de parte suya. No he venido por mi propia cuenta, sino que Dios me envió».

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