miércoles, 13 de abril de 2011

Evangelio 14 de Abril de 2011

  • Primera Lectura: Génesis 17, 3-9
    "Serás padre de una multitud de pueblos"

    En aquellos días, Abrán cayó de bruces y Dios le dijo:
    «Esta es la alianza que hago contigo: tú llegarás a ser padre de una muchedumbre de pueblos. No te llamarás ya Abrán, sino que tu nombre será Abraham, porque yo te hago padre de una muchedumbre de pueblos. Te haré inmensamente fecundo; de ti surgirán naciones; y reyes saldrán de ti. Establezco mi alianza contigo y tus descendientes después de ti por siempre, como alianza perpetua. Les daré a ti y a tus descendientes, la tierra en la que ahora peregrinas, toda la tierra de Canaán, en posesión perpetua; y yo seré el Dios de tus descendientes».
    Y el Señor añadió:
    «Guardarás mi alianza tú y tus descendientes de generación en generación».

  • Salmo Responsorial: 104
    "El Señor nunca olvida sus promesas."

    Recurran al Señor y a su poder, busquen su rostro sin descanso. Recuerden las maravillas que hizo, sus portentos y sus justas decisiones.
    R. El Señor nunca olvida sus promesas

    Descendencia de Abrahán, su siervo, hijos de Jacob, su elegido: el Señor es nuestro Dios, en toda la tierra están en vigor sus decretos.
    R. El Señor nunca olvida sus promesas.

    El se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra que ha dado por mil generaciones; del pacto concluido con Abrahán, y del juramento que hizo a Isaac.
    R. El Señor nunca olvida sus promesas.

  • Evangelio: Juan 8, 51-59
    "Su padre Abrahán se regocijaba con el pensamiento de verme"

    En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos:
    «Yo les aseguro que el que pone en práctica mi palabra, no morirá nunca».
    Al oír esto, los judíos le dijeron:
    «Ahora nos convencemos plenamente de que estás endemoniado. Tanto Abraham como los profetas murieron, y ahora tú dices: El que pone en práctica mi palabra no experimentará la muerte para siempre. ¿Acaso eres tú más importante que nuestro padre Abraham? Tanto él como los profetas murieron, ¿por quién nos tienes?»
    Jesús respondió:
    «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría; es mi Padre quien me glorifica, el mismo del que ustedes dicen: “Es nuestro Dios”. En realidad no lo conocen; yo, en cambio, sí lo conozco. Y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco de veras y pongo en práctica sus palabras. Abrahán, su padre, se alegró sólo con el pensamiento de que iba a ver mi día; lo vio y se llenó de alegría».
    Entonces los judíos le dijeron:
    «¿De modo que tú, que aún no tienes cincuenta años, has visto a Abraham?»
    Jesús les respondió:
    «Les aseguro que antes que Abraham naciera, yo soy».
    Entonces los judíos tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo

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