En su mensaje al concluir el año pastoral de la diócesis de Roma, de la que es Obispo, el Papa señaló que "pese a las dificultades que encuentren al conciliar las exigencias familiares y del trabajo con las de la comunidad en la que desarrollan vuestra misión (de evangelización), confíen siempre en la ayuda de la Virgen María, Estrella de la Evangelización".
El Santo Padre recordó luego que el anuncio eficiente del Evangelio necesita que la fe sea propuesta, no impuesta, por "un corazón que cree, que espera, que ama, un corazón que adora a Cristo y cree en la fuerza del Espíritu Santo".
La respuesta a la fe, entonces, "nace cuando el hombre descubre, por gracia de Dios, que creer significa encontrar la vida verdadera, la ‘vida plena’" en Cristo, que da la vida eterna a los hombres por su Resurrección.
Por ello, explicó el Pontífice, "la Iglesia, cada uno de nosotros, debe portar al mundo esta alegre noticia que Jesús es el Señor. Aquel en el que la cercanía y el amor de Dios por cada hombre y mujer, y por la humanidad entera se han hecho carne. Este anuncio debe resonar nuevamente en las regiones de antigua tradición cristiana".
Benedicto XVI recordó luego la necesidad de la nueva evangelización, alentada siempre por el ahora Beato Juan Pablo II, y rememoró lo que dijo a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia en el año 2005: "¡la felicidad que buscan, la felicidad a la que tienen derecho de gustar tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazareth, escondido en la Eucaristía!"
"Si los hombres olvidan a Dios –continuó el Papa– es porque con frecuencia reducen a la persona de Jesús a un hombre sabio en el que se reduce o se niega la divinidad. Este modo de pensar impide entender la novedad radical del Cristianismo, porque si Jesús no es el Hijo único del Padre entonces Dios tampoco ha venido a visitar la historia del hombre".
"¡La encarnación, en vez de eso, pertenece al corazón del Evangelio! Que crezca, entonces, el esfuerzo por una renovada temporada de evangelización, que es tarea no solo de algunos, sino de todos los miembros de la Iglesia. En esta hora de la historia, ¿no es tal vez esta la misión que el Señor nos confía: anunciar la novedad del Evangelio, como Pedro y Pablo cuando llegaron a nuestra ciudad? ¿no debemos también nosotros mostrar la belleza y la racionalidad de la fe, llevar la luz de Dios al hombre de nuestro tiempo, con valor, con convicción y con alegría?"
El Papa Benedicto XVI dijo luego que son muchos los alejados de la Iglesia a quienes los católicos deben llegar, especialmente los padres de familia, quienes deben comenzar por la tarea de "pedir el Bautismo para sus propios hijos".
Además, dijo luego, la Iglesia sostiene estos esfuerzos y alienta la oración en familia, "formando en la fe a los niños que van creciendo". "Desde siempre la comunidad cristiana ha acompañado a los niños y jóvenes, ayudándoles no solo a comprender con la inteligencia las verdades de la fe, sino también a vivir la experiencia de oración, caridad y fraternidad", añadió.
No hay pequeños colaboradores, dijo luego Benedicto XVI, todos son necesarios a la hora de evangelizar, por lo que alentó a "recorrer este camino que hace descubrir el Evangelio no como una utopía sino como la forma plena de la existencia"
Tras recordar la importancia fundamental del sacramento de la Confirmación y del Catecismo de la Iglesia Católica para lacatequesis, el Papa resaltó que "la fidelidad a la fe de la Iglesia, entonces, debe conjugarse con una ‘creatividad catequética’ que tenga en cuenta el contexto, la cultura y la edad de los destinatarios".
Finalmente el Papa dijo que "también el Beato Juan Pablo II que hasta sus últimos momentos se prodigó por anunciar el Evangelio en nuestra ciudad (Roma) y amó con particular afecto a los jóvenes, intercede por nosotros ante el Padre".
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