lunes, 11 de julio de 2011

Evangelio 11 de Julio de 2011

  • Primera Lectura: Exodo 1, 8-14.22
    "Tomemos precauciones contra Israel para que no siga multiplicándose"

    En aquel tiempo, subió al poder en Egipto un nuevo faraón, que no había conocido a José, y le dijo a su pueblo:
    «Los hijos de Israel forman un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. Tomemos precauciones contra ellos para que no sigan multiplicándose, no sea que, en caso de guerra, se unan a nuestros enemigos, para luchar contra nosotros y se escapen del país».
    Les pusieron, pues, capataces a los israelitas para que los oprimieran con trabajos pesados; y así construyeron para el faraón las ciudades de Pitom y Ramsés, como lugares de almacenamiento. Pero mientras más los oprimían, más crecían y se multiplicaban.
    Los egipcios llegaron a temer a los hijos de Israel y los redujeron a una cruel esclavitud; les hicieron pesada la vida, sometiéndolos a rudos trabajos de albañilería y a toda clase de tareas serviles en el campo. Además, el faraón dio esta orden a su pueblo:
    «Echen al río a todos los niños que les nazcan a los hebreos; pero si son niñas, déjenlas vivir».

  • Salmo Responsorial: 123
    "Nuestra ayuda es invocar al Señor."

    Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte cuando los hombres nos asaltaron, nos habría devorado vivos el fuego de su cólera.
    R. Nuestra ayuda es invocar al Señor.

    Las aguas nos hubieran sepultado, un torrente nos hubiera llegado al cuello, un torrente de aguas encrespadas. Bendito sea el Señor, que no nos hizo presa de sus dientes.
    R. Nuestra ayuda es invocar al Señor.

    Nuestra vida se escapó como un pájaro de la trampa de los cazadores. La trampa se rompió y nosotros escapamos. Nuestra ayuda nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
    R. Nuestra ayuda es invocar al Señor.

  • Evangelio: Mateo 10, 34-42; 11,1
    "No he venido a traer paz, sino discordia"

    En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:
    «No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
    El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
    El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
    Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
    El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
    Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa».
    Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de allí para enseñar y predicar en otras ciudades.

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