martes, 5 de julio de 2011

Evangelio 5 de Julio de 2011

  • Primera Lectura: Génesis 32, 23-32
    "En adelante te llamarás Israel porque has luchado con Dios y has salido victorioso"

    En aquel tiempo, se levantó Jacob, tomó a sus dos mujeres con sus dos siervas y sus once hijos y cruzó el arroyo de Yaboc. Los hizo cruzar el torrente con todo lo que poseía.
    Jacob se quedó solo y un hombre estuvo luchando con él hasta el amanecer. Pero, viendo que no podía vencerlo, el hombre hirió a Jacob en la articulación femoral y le dislocó el fémur, mientras luchaban. El hombre le dijo:
    «Suéltame, pues ya está amaneciendo».
    Jacob le respondió:
    «No te soltaré hasta que me bendigas».
    El otro le preguntó:
    «¿Cómo te llamas?»
    El le dijo:
    «Jacob».
    El otro prosiguió:
    «En adelante ya no te llamarás Jacob sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has salido victorioso».
    Jacob le dijo:
    «Dime cómo te llamas».
    El otro le respondió:
    «¿Por qué me preguntas mi nombre?»
    Y allí mismo bendijo a Jacob.
    Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues se dijo:
    «He visto a Dios cara a cara y he quedado con vida».
    El sol salió después de que Jacob y los suyos pasaron Penuel, y Jacob iba cojeando, por haber sido herido en el nervio del muslo. Por eso los israelitas no comen, hasta el día de hoy, el nervio del muslo.

  • Salmo Responsorial: 16
    "Señor, escucha nuestra súplica."

    Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oídos a mi súplica, pues mis labios no mienten.
    R. Señor, escucha nuestra súplica.

    Júzgame tú, Señor, pues tus ojos miran al que es honrado. Examina mi corazón, revísalo de noche, pruébame a fuego y no hallaras malicia de en mí.
    R. Señor, escucha nuestra súplica.

    A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras; muéstrame los prodigios de tu misericordia, pues a quien acude a ti, de sus contrarios salvas.
    R. Señor, escucha nuestra súplica.

    Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo al sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista.
    R. Señor, escucha nuestra súplica.

  • Evangelio: Mateo 9, 32-38
    "La cosecha es mucha y los trabajadores pocos"

    En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio.
    Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía:
    «Nunca se había visto nada semejante en Israel».
    Pero los fariseos decían:
    «Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios».
    Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
    «La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos».

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