sábado, 14 de enero de 2012

Evangelio 14 de Enero de 2012


  • Primera Lectura: I Samuel 9, 1-4.10.17-19; 10, 1a
    "Este es Saúl, el hombre que gobernará a mi pueblo"
    Había un hombre de la tribu de Benjamín, llamado Quis; era de gran valor. Tenía un hijo llamado Saúl, joven y de buena presencia; entre los israelitas no había ninguno más apuesto que él; era el más alto de todos y ninguno le llegaba al hombro.
    Un día se le perdieron las burras a Quis, y éste le dijo a su hijo Saúl: 
    «Toma contigo uno de los criados y vete a buscar las burras». 
    Recorrieron los montes de Efraín y la región de Salisá, pero no las encontraron; atravesaron el territorio de Saalín y no estaban allí; después la tierra de Benjamín, y tampoco las hallaron. 
    Entonces se dirigieron a la ciudad donde vivía Samuel, el hombre de Dios. Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: 
    «Ese es el hombre de quien te he hablado; él gobernará a mi pueblo».
    Saúl se acercó a Samuel, que se encontraba en la puerta de la ciudad, y le dijo: 
    «Indícame, por favor, dónde está la casa del vidente». 
    Samuel le respondió: 
    «Yo soy el vidente. Sube delante de mí al lugar sagrado y quédate a cenar conmigo. Mañana temprano te despediré, después de decirte todo lo que está en tu corazón».
    Al día siguiente, muy temprano, Samuel tomó la aceitera y derramó aceite sobre la cabeza de Saúl. Después le besó y le dijo: 
    «El Señor te ha ungido como jefe de Israel, su pueblo. Tú reinarás sobre el pueblo del Señor y lo librarás de los enemigos que le rodean».
  • Salmo Responsorial: 20
    "De tu poder, Señor, se alegra el rey."
    De tu poder, Señor, se alegra el rey, se alegra con el triunfo que le has dado. Le otorgaste lo que él tanto anhelaba, no rechazaste el ruego de sus labios.
    De tu poder, Señor, se alegra el rey.

    Lo colmaste, Señor, de bendiciones, con oro has coronado su cabeza. La vida te pidió, tú se la diste, una vida por siglos duradera.
    De tu poder, Señor, se alegra el rey.

    Tu victoria, Señor, le ha dado fama, lo has cubierto de gloria y de grandeza. Sin cesar le concedes tus favores y lo colmas de gozo en tu presencia.
    De tu poder, Señor, se alegra el rey.
  • Evangelio: Marcos 2, 13-17
    "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"
    En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de ALfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». 
    El se levantó y lo siguió.
    Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque era muchos los que seguían a Jesús.
    Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos:
    «Por qué su maestro como y bebe en compañía de publicanos y pecadores?»
    Habiendo oído esto, Jesús les dijo:
    «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores».

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