lunes, 28 de noviembre de 2016

Evangelio meditado

Cristo siempre está.
Mateo 8, 5-11. Lunes I. Adviento. Ciclo A. El siervo del centurión


Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC | Fuente: www.missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Señor, por este nuevo día. Gracias por estar siempre ahí, aun cuando yo no soy consciente de ello. Gracias…Simplemente gracias.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”.
Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’ y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”.
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Yo también me he acercado a Ti, Señor, con esta actitud de súplica y un tanto desesperada.
Yo también te he contado mis problemas, mis enfermedades y he puesto en tus manos mi más minúscula tribulación.
En todo esto me identifico con aquel oficial; en la necesidad y en la petición, pero… me alcanza la inquietud…surgen dudas y temoresde pensar que él si fue escuchado y yo…no.
Más en aquella duda se esconde  la paz, pues sé que en eso consiste el amor. En creer, en confiar. No solamente ante una enfermedad; también cuando parece que no hay necesidad.
Yo iré a curarlo –dices. Veo tu iniciativa y, siempre, aunque muchas veces no lo vea,ahí estas Tú. Consolándome, acompañándome.
Creo que ésa es la fe que te sorprende. Aquella que no trata de ver los frutos de mi petición, sino la que sabe que Tú siempre estás,no sólo acompañándome, sino que sufres lo que sufro,disfrutas conmigo,vives lo que vivo,siempre…Tu presencia está siempre.
Dame la gracia de construir mi vida, Señor, con lo bello y también con lo que no lo es, sobre este amor y esa fe. Sabiendo que siempre dirás: Voy a curarlo (Mt 8, 5)…yo siempre estaré (Mt 28,20).
«Si el pastor no arriesga, no encuentra. No se queda parado después de las desilusiones ni se rinde ante las dificultades; en efecto, es obstinado en el bien, ungido por la divina obstinación de que nadie se extravíe. Por eso, no sólo tiene la puerta abierta, sino que sale en busca de quien no quiere entrar por ella. Y como todo buen cristiano, y como ejemplo para cada cristiano, siempre está en salida de sí mismo. El epicentro de su corazón está fuera de él: es un descentrado de sí mismo, centrado sólo en Jesús. No es atraído por su yo, sino por el tú de Dios y por el nosotros de los hombres.»
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Procurar en algunos momentos del día, detenerme y, simple y sencillamente, decir desde el corazón esta jaculatoria: «Jesús, en Ti confío».
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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