San Marcos 8, 1-10. V Sábado de Tiempo Ordinario. Ciclo A.
Por: H. Javier Castellanos LC | Fuente: www.missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesucristo, Tú eres el Pan que da la vida. Tu gracia da las fuerzas para caminar y para cumplir la misión que me has dado en este mundo. Dame tu Pan, lléname de tu gracia, y transfórmame en pan que sostenga a los demás con una caridad auténtica. Amén.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 8, 1-10
En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: "Me da lástima esta gente, ya llevan tres días conmigo, y no tienen qué comer. Si los mandó a sus casas en ayunas, se van a desmayar en el camino. Además algunos han venido de lejos".
Sus discípulos le respondieron: "¿Y donde se puede conseguir pan a éstos aquí en despoblado, para que coma esta gente?". Él les preguntó: ¿Cuántos panes tienen?". Ellos le contestaron: "Siete".
Jesús mandó a la gente que se sentará en el suelo; tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y se los fue dando a sus discípulos, para que los distribuyeran. Y ellos los fueron distribuyendo entre la gente.
Tenían, además, unos cuantos pescados. Jesús los bendigo también y mandó que los distribuyeran. La gente comió hasta quedar satisfecha, y todavía se recogieron siete canastos de sobras. Eran unos cuatro mil. Jesús los despidió y luego se embarcó con sus discípulos, y llegó a la región de Dalmanuta.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¡Si pudiera, Señor, dar de comer a todo el que tiene hambre! ¡Si pudiera consolar a tantos hombres y mujeres que sufren! ¡Si pudiera socorrer a las multitudes que tienen las manos vacías! Cristo, sólo Tú puedes saciar el alma de la carencia más profunda: de vida eterna, de gracia, de Amor verdadero. Tú eres el Pan de Vida que todos buscamos en este mundo.
Sin embargo, preguntas cuántos panes tenemos. ¿Acaso pides algo que no podemos dar? ¿Acaso podemos los hombres alimentar de la manera que sólo Dios es capaz de hacerlo? Sin embargo, insistes en pedirnos pan… Pues bien, aquí tienes todo lo que soy y tengo.
Tómame entre tus manos, haz conmigo lo que quieras. Recíbeme como el pan que se ofrece en la misa, y transfórmame en Ti. Te entrego mis manos, para que sean tus manos; te entrego mis ojos para que extiendas tu mirada para los que me rodean; te entrego mis oídos para escuchar a quien necesita compañía; te entrego mis labios para ofrecer tus palabras de consuelo y esperanza. En fin, te lo doy todo, para que hoy repartas un poco más de tu Pan.
Sé que no es mucho lo que tengo. Pero si realizas el milagro en mí, el amor y la entrega se multiplicarán y abundará para todo el que tenga hambre de Ti.
«Es evidente que este milagro no va destinado sólo a saciar el hambre de un día, sino que es un signo de lo que Cristo está dispuesto a hacer para la salvación de toda la humanidad ofreciendo su carne y su sangre. Y, sin embargo, hay que pasar siempre a través de esos dos pequeños gestos: ofrecer los pocos panes y peces que tenemos; recibir de manos de Jesús el pan partido y distribuirlo a todos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 26 de mayo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, hablaré de Cristo y de nuestra misión en la Iglesia en alguna conversación.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amén.
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