miércoles, 2 de septiembre de 2020

Lecturas 2 de Agosto de 2020

 

Lecturas del día:

  • Primera lectura

    I Corintios 3:1-9
    1 Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
    2 Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente;
    3 pues todavía sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano?
    4 Cuando dice uno «Yo soy de Pablo», y otro «Yo soy de Apolo», ¿no procedéis al modo humano?
    5 ¿Qué es, pues Apolo? ¿Qué es Pablo?... ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y cada uno según lo que el Señor le dio.
    6 Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento.
    7 De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer.
    8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo,
    9 ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios.

  • Salmo responsorial

    Salmo 33:12-15, 20-21
    12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahveh, el pueblo que se escogió por heredad!
    13 Yahveh mira de lo alto de los cielos, ve a todos los hijos de Adán;
    14 desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra,
    15 él, que forma el corazón de cada uno, y repara en todas sus acciones.
    20 Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo;
    21 en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos.

  • Evangelio

    Lucas 4:38-44
    38 Saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella.
    39 Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles.
    40 A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
    41 Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.
    42 Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde él, trataban de retenerle para que no les dejara.
    43 Pero él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.»
    44 E iba predicando por las sinagogas de Judea.

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