jueves, 8 de enero de 2009

Evangelio 9 de Enero 2009

1ª Lectura
1Jn 4,11-18
11 Queridos míos, si Dios nos ha amado de este modo, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. 12 Jamás ha visto nadie a Dios. Si nos amamos los unos a los otros, Dios está en nosotros, y su amor en nosotros es perfecto. 13 Por esto conocemos que estamos con él y él en nosotros: porque él nos ha dado su Espíritu. 14 Nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo, el Salvador del mundo. 15 Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él y él en Dios. 16 Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído. Dios es amor; y el que está en el amor está en Dios, y Dios en él. 17 En esto consiste la perfección del amor en nosotros: en que tenemos confianza absoluta en el día del juicio; porque como es él, así somos nosotros en este mundo. 18 En el amor no hay temor; por el contrario, el amor perfecto desecha el temor, pues el temor supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor.

Salmo Responsorial

Sal 72,2
2 que gobierne a tu pueblo con justicia y juzgue a tus oprimidos según derecho.

Sal 72,10
10 los reyes de Tarsis y las islas le traerán presentes, los reyes de Arabia y de Sabá le pagarán tributo;

Sal 72,12-13

12 él liberará al pobre que suplica, al miserable que no tiene apoyo alguno; 13 se cuidará del débil y del pobre; a los pobres les salvará la vida;

Evangelio
Mc 6,45-52
45 Después obligó a sus discípulos a que se embarcaran y se le adelantaran rumbo a Betsaida, mientras él despedía a la gente. 46 Y una vez que la despidió, se fue al monte a orar. 47 Al caer la tarde, la barca estaba en medio del lago, y Jesús solo en tierra. 48 Al verlos navegar fatigados, pues tenían viento contrario, hacia la madrugada fue a ellos caminando sobre el lago, e iba ya a pasar de largo; 49 ellos al verlo andar sobre el lago, dieron gritos creyendo que era un fantasma, 50 pues todos lo vieron y se asustaron. Jesús, en seguida, les habló y les dijo: «Tranquilizaos; soy yo, no tengáis miedo». 51 Subió a la barca con ellos, y el viento se calmó. 52 Los discípulos no salían de su asombro, pues no habían entendido lo de los panes y sus mentes estaban embotadas.

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