- Primera Lectura: Oseas 6, 1-6"Yo quiero misericordia y no sacrificios"Esto dice el Señor:«En su angustia me buscarán y me dirán:“Vengan, regresemos al Señor; él nos ha despedazado y él nos sanará; él nos ha herido y él nos vendará. Después de dos días nos devolverá la vida, al tercero nos levantará, y viviremos en su presencia. Esforcémonos en conocer al Señor; su venida es tan segura como la aurora; como aguacero descenderá sobre nosotros, como lluvia primaveral que riega la tierra”.¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? Tu amor es como nube mañanera, como rocío que pronto se disipa. Por eso los he herido por medio de los profetas; los he aniquilado con las palabras de mi boca, y mi juicio resplandece como la luz. Porque quiero amor, y no sacrificios, y prefiero el conocimiento de Dios, más que los holocaustos».
- Salmo Responsorial: 50"Misericordia quiero y no sacrificios."Ten piedad de mí, Dios mío, por tu amor, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado.R. Misericordia quiero y no sacrificios.No es el sacrificio lo que te complace, y si ofrezco un holocausto no lo aceptarías. El sacrificio que Dios quiere es un espíritu arrepentido: un corazón arrepentido y humillado tú, Dios mío, no lo desprecias.R. Misericordia quiero y no sacrificios.Favorece a Sión por tu bondad, reconstruye las murallas de Jerusalén; entonces te agradarán los sacrificios prescritos, holocaustos y ofrenda perfecta.R. Misericordia quiero y no sacrificios.
- Evangelio: Lucas 18, 9-14"El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no"En aquel tiempo, a unos que presumían de ser hombres de bien y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola:«Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro un recaudador de impuestos. El fariseo, de pie, hacía interiormente esta oración:“Dios mío, te doy gracias, porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ése que recauda impuestos para Roma. Ayuno dos veces por semana, y pago los diezmos de todo lo que poseo”.Por su parte, el recaudador de impuestos, manteniéndose a distancia, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:“Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador”.Les digo que éste bajó a su casa reconciliado con Dios, y el otro no. Porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido».
Calle L- 6, Jardines de Cuscatlan, Ciudad Merliot, Antiguo Cuscatlan, El Salvador, CentroAmerica
sábado, 2 de abril de 2011
Evangelio 2 de Abril de 2011
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