domingo, 18 de septiembre de 2011

Evangelio 18 de Septiembre de 2011


  • Primera Lectura: Isaías 55, 6-9
    "Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes"
    Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón.
    Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos, dice el Señor. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos.
  • Salmo Responsorial: 144
    "Bendeciré al Señor eternamente."

    Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable.
    R. Bendeciré al Señor eternamente.

    El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus criaturas.
    R. Bendeciré al Señor eternamente.

    Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No esta lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
    R. Bendeciré al Señor eternamente.
  • Segunda Lectura: Filipenses 1, 20-24.27
    "Para mí, la vida es Cristo y la muerte, una ganancia"
    Hermanos: 
    Ya sea por mi vida, ya sea por mi muerte Cristo será glorificado en mí. Porque para mí, la vida es Cristo, y la muerte una ganancia. Pero si el continuar viviendo en este mundo me permite trabajar todavía con fruto, no sabría yo qué elegir.
    Me hacen fuerza ambas cosas: por una parte el deseo de morir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; y por la otra, el de permanecer en vida, porque esto es necesario para el bien de ustedes. Por lo que a ustedes toca, lleven una vida digna del Evangelio de Cristo.
  • Evangelio: Mateo 20, 1-16
    "¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?"
    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: 
    «El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 
    “Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. 
    Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo la mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo:
    “¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?” 
    Ellos le respondieron:
    “Porque nadie nos ha contratado”.
    El les dijo:
    “Vayan también ustedes a mi viña”.
    Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador:
    “Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros”. 
    Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
    Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: 
    “Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora y, sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor”.
    Pero él respondió a uno de ellos:
    “Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?”
    De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos». 

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