viernes, 23 de septiembre de 2011

Evangelio 23 de Septiembre de 2011


  • Primera Lectura: Ageo 2, 1b-10
    "Dentro de poco tiempo llenaré de gloria este templo"
    Vino la palabra del Señor al profeta Ateo: 
    «Diles a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judea, al sumo sacerdote Josué, y al resto del pueblo: ¿Queda alguien entre ustedes que haya visto este templo en el esplendor que antes tenía? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿Acaso no es muy poca cosa a sus ojos?
    Pues bien, ¡ánimo!, Zorobabel; ¡ánimo!, Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote; ¡ánimo!, pueblo entero. ¡Manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor todopoderoso. Conforme a la alianza que hice con ustedes, cuando salieron de Egipto, mi espíritu estará con ustedes. No teman.
    Esto dice el Señor todopoderoso: 
    Dentro de poco tiempo conmoveré el cielo y la tierra, el mar y los continentes. Conmoveré a todos los pueblos para que vengan a traerme las riquezas de todas las naciones y llenaré de gloria este templo. Mía es la plata y mío es el oro. La gloria de este segundo templo será mayor que la del primero, y en este sitio daré yo la paz, dice el Señor todopoderoso».
  • Salmo Responsorial: 42
    "Envíame, Señor, tu luz y tu verdad."

    Defiéndeme, Señor, hazme justicia contra un pueblo malvado; del hombre tramposo y traicionero ponme a salvo.
    R. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

    Si tú eres de verdad mi Dios y refugio, ¿por qué me has rechazado? ¿Por qué tengo que andar tan afligido, viendo cómo me oprime el adversario?
    R. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

    Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu montaña santa me conduzcan, allí donde tú habitas.
    R. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

    Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y al Señor, mi Dios, le daré gracias al compás de la cítara.
    R. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
  • Evangelio: Lucas 9, 18-22
    "Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que sufrir mucho"
    Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia des sus discípulos, les preguntó:
    ¿Quién dice la gente que soy yo?
    Ellos contestaron: 
    Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
    El les preguntó:
    Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? 
    Pedro tomó la palabra y dijo:
    El Mesías de Dios. 
    El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: 
    El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día.

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