jueves, 22 de septiembre de 2011

Evangelio 22 de Septiembre de 2011


  • Primera Lectura: Ageo 1, 1-8
    "Construyan el templo, para que pueda estar yo satisfecho"
    El día primero del mes sexto del año segundo del rey Darío, vino la palabra del Señor, por medio del profeta Ateo, a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judea, y a Josué, hijo de Yosadac, sumo sacerdote, y les dijo: 
    «Esto dice el Señor todopoderoso: Este pueblo mío anda diciendo que todavía no ha llegado el momento de reconstruir el templo».
    La palabra del Señor llegó por medio del profeta Ageo y dijo: 
    «¿De modo que es tiempo de vivir en casas revestidas de madera, mientras que mi casa está en ruinas? Pues ahora, dice el Señor todopoderoso, reflexionen sobre su situación: han sembrado mucho, pero cosechado poco; han comido, pero siguen con hambre; han bebido, pero siguen con sed; se han vestido, pero siguen con frío, y los que trabajaron a sueldo echaron su salario en una bolsa rota. Pero esto dice el Señor todopoderoso: 
    Reflexionen, pues, sobre su situación. Suban a la montaña, traigan madera y reconstruyan el templo, para que pueda estar yo satisfecho y mostrar en él mi gloria, dice el Señor».
  • Salmo Responsorial: 149
    "El Señor es amigo de su pueblo."

    Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo.
    R. El Señor es amigo de su pueblo.

    En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes.
    R. El Señor es amigo de su pueblo.

    Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares; que alaben al Señor con sus palabras, pues en esto su pueblo se complace.
    R. El Señor es amigo de su pueblo.
  • Evangelio: Lucas 9, 7-9
    "A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién es entonces éste, de quien oigo semejantes cosas?"
    En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Pero Herodes decía: 
    «A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste, de quien oigo semejantes cosas?» 
    Y tenía curiosidad de ver a Jesús.

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