lunes, 17 de octubre de 2011

Evangelio 18 de Octubre de 2011


  • Primera Lectura: II Timoteo 4, 9-17a
    "Sólo Lucas está conmigo"
    Querido hermano: Haz lo posible por venir a verme cuanto antes, pues Dimas me ha abandonado prefiriendo las cosas de este mundo y se ha ido a Tesalónica; Crescencio se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia. El único que me acompaña es Lucas. Trae a Marcos contigo, pues me ayuda en mis tareas. A Tíquico lo envié a Efeso. Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade en casa de Carpo, y también los libros, especialmente los pergaminos. Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño; el Señor le dará su merecido. Cuídate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación.
    La primera vez que me defendí en el tribunal, nadie me ayudó y todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para proclamar claramente el mensaje de salvación, de modo que lo oyeran todos los paganos.
  • Salmo Responsorial: 144
    "Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado."

    Que todas tus criaturas te den gracias, Señor; que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
    R. Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

    Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad.
    R. Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.

    El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.
    R. Tus amigos, Señor, proclamen la gloria de tu reinado.
  • Evangelio: Lucas 10, 1-12
    "La mies es abundante y los obreros son pocos"
    En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir. Y les decía: 
    «La mies es abundante y los obreros pocos: Rueguen, pues, al dueño que mande obreros a su cosecha. ¡Pónganse en camino! Miren que los mando como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni morral, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
    Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a a esta casa. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en esa casa, coman y beban de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No anden cambiando de casa. 
    Si entran en un pueblo y los reciben bien, coman lo que les pongan, curen a los enfermos que haya, y digan: Está cerca de ustedes el Reino de Dios.
    Pero si entran en un pueblo y no los reciben bien, salgan a la plaza y digan: Hasta el polvo de su pueblo que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos sobre ustedes en señal de protesta. Pero sepan de todas formas que está llegando el Reino de Dios.
    Les digo que el día del juicio será más tolerable para Sodoma que para ese pueblo».

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