lunes, 2 de enero de 2012

Evangelio 2 de Diciembre de 2011


  • Primera Lectura: I Juan 2, 22-28
    "Que permanezca en ustedes lo que han oído desde el principio"
    Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco posee al Padre; y todo el que reconoce al Hijo, posee también al Padre. Ustedes deben permanecer fieles a lo que oyeron desde el principio. Si son fieles a lo que oyeron desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él nos ha hecho: la vida eterna.
    Les he escrito estas cosas para ponerlos en guardia contra los que intentan seducirlos. En cuanto a ustedes, el Espíritu que recibieron de él permanece en ustedes y no tienen necesidad de que nadie les enseñe; antes bien, ese Espíritu, que es fuente de verdad y no de mentira, les enseña todas las cosas. Así pues, permanezcan en él, conforme a lo que les enseñó.
    Sí, hijos míos, permanezcan en él, para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no nos quedemos avergonzados lejos de él el día de su gloriosa venida.
  • Salmo Responsorial: 97
    "Cantemos la grandeza del Señor"

    Canten al Señor un canto nuevo, porque ha hecho maravillas; su mano le ha dado la victoria, su santo brazo.
    Cantemos la grandeza del Señor.

    El Señor hace pública su victoria, a la vista de las naciones muestra su salvación, ha recordado su 
    amor y su fidelidad en favor de Israel.
    Cantemos la grandeza del Señor.

    Toda la tierra ha visto la victoria de nuestro Dios: estallen de gozo, griten de alegría, canten.
    Cantemos la grandeza del Señor.
  • Evangelio: Juan 1-, 19-28
    "Viene después de mí alguien que existía antes que yo"
    Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos de Jerusalén enviaron una comisión de sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era. El confesó rotundamente:
    «Yo no soy el Mesías». 
    Ellos le preguntaron:
    «Entonces, ¿eres tú Elías?» 
    Juan respondió: 
    «No soy Elías».
    Volvieron a preguntarle: 
    «¿Eres el Profeta que esperamos?» 
    El respondió: 
    «No».
    De nuevo insistieron: 
    «Entonces dinos quién eres. Tenemos que dar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?» 
    Juan, aplicándose las palabras del profeta Isaías, contestó: 
    «Yo soy la voz que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor».
    Algunos de la comisión eran fariseos. Estos le preguntaron: 
    «Si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta esperado, ¿por qué bautizas?» 
    Juan afirmó: 
    «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien no conocen. El viene detrás de mí, aunque yo no soy digno de desatar las correas de sus sandalias».
    Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

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