viernes, 6 de enero de 2012

Evangelio 6 de Enero de 2011


  • Primera Lectura: I Juan 5, 5-13
    "El Espíritu, el agua y la sangre"
    Queridos hijos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no por agua únicamente, sino por agua y sangre; y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
    Si aceptamos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios. Y Dios ha dado testimonio acerca de su Hijo. Si uno cree en el Hijo de Dios, tiene ya el testimonio de Dios. 
    Si uno no cree a Dios, lo hace pasar por mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado de su Hijo. Ahora bien, el testimonio consiste en que Dios nos ha dado vida eterna, la vida que está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. 
    Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el Hijo de Dios, para que sepan que tienen la vida eterna.
  • Salmo Responsorial: 147
    "Demos gracias y alabemos al Señor."
    Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión. Que él refuerza los cerrojos de tus 
    puertas y bendice a tus hijos en medio de ti.
    Demos gracias y alabemos al Señor.

    El mantiene la paz en tus fronteras y te alimenta con la mejor harina; él envía a la tierra sus órdenes, veloz va corriendo su mensaje.
    Demos gracias y alabemos al Señor.

    Manifestó su palabra a Jacob, sus leyes y decretos a Israel. Con ningún pueblo actuó así, ni les dio a conocer sus decretos.
    Demos gracias y alabemos al Señor.
  • Evangelio: Marcos 1, 7-11
    "Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias"
    En aquel tiempo Juan proclamaba:
    «Detrás de mí viene uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los bautizo con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo».
    Por esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y al Espíritu que bajaba sobre él como una paloma. Se oyó entonces una voz que venía del cielo: 
    «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

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