jueves, 5 de enero de 2012

Evangelio 5 de Enero de 2011


  • Primera Lectura: I Juan 3, 11-21
    "Estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos"
    Hermanos: Este es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del demonio y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas. No se sorprendan, hermanos, si el mundo los odia: nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida, y saben que ningún homicida tiene vida eterna. En esto hemos conocido lo que es el amor: en que él ha dado su vida por nosotros. 
    También nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Si alguien que tiene bienes de este mundo ve a su hermano pasar necesidad y no lo ayuda, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?
    Hijos míos, no amemos solamente de palabra, sino de verdad y con obras. En esto sabremos que pertenecemos a la verdad y tendremos la conciencia tranquila ante Dios, porque si ella no nos condena, Dios es más grande que nuestra conciencia y todo lo conoce. 
    Hermanos queridos, si nuestra conciencia no nos condena, podemos acercarnos a Dios con confianza.
  • Salmo Responsorial: 99
    "Alabemos a Dios, todos los hombres."

    Den culto al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos festivos.
    Alabemos a Dios, todos los hombres..

    Reconozcan que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas que él apacienta.
    Alabemos a Dios, todos los hombres.

    Entren por las puertas de su templo dándole gracias, crucen por sus atrios entonando himnos; alábenlo y bendigan su nombre.
    Alabemos a Dios, todos los hombres.

    Porque el Señor es bueno y su amor es eterno, su fidelidad permanece de generación en generación.
    Alabemos a Dios, todos los hombres.
  • Evangelio: Juan 1, 43-51
    "Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel"
    En aquel tiempo decidió Jesús ir a Galilea y, encontrándose a Felipe, le dijo: 
    «Sígueme». 
    Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. Felipe se encontró con Natanael y le dijo: 
    «Hemos encontrado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y del que hablaron también los Profetas: es Jesús de Nazaret, el hijo de José». 
    Natanael replicó: 
    «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» 
    Felipe le contestó: 
    «Ven y lo verás». 
    Cuando Jesús vio a Natanael, que venía hacia él, comentó: 
    «Este es un auténtico israelita, en quien no hay doblez alguna». 
    Natanael le preguntó :
    «¿Por qué me conoces?»
    Jesús le respondió: 
    «Antes de que Felipe te llamara, te vi yo, cuando estabas debajo de la higuera». 
    Respondió Natanael: 
    «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». 
    Jesús prosiguió: 
    «¿Te basta para creer el haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Verás cosas más grande que ésa!» 
    Y añadió Jesús: 
    «Les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre».

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