Primera lectura
I Timoteo 6:2-12
2 Los que tengan dueños creyentes no les falten al respeto por ser hermanos, sino al contrario, que les sirvan todavía mejor por ser creyentes y amigos de Dios los que reciben sus servicios. Esto debes enseñar y recomendar.
3 Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad,
4 está cegado por el orgullo y no sabe nada; sino que padece la enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas,
5 discusiones sin fin propias de gentes que tienen la inteligencia corrompida, que están privados de la verdad y que piensan que la piedad es un negocio.
6 Y ciertamente es un gran negocio la piedad, con tal de que se contente con lo que tiene.
7 Porque nosotros no hemos traído nada al mundo y nada podemos llevarnos de él.
8 Mientras tengamos comida y vestido, estemos contentos con eso.
9 Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo y en muchas codicias insentatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición.
10 Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores.
11 Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura.
12 Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos.
Salmo responsorial
Salmo 49:6-10, 17-20
6 ¿Por qué temer en días de desgracia cuando me cerca la malicia de los que me hostigan,
7 los que ponen su confianza en su fortuna, y se glorían de su gran riqueza?
8 ¡Si nadie puede redimirse ni pagar a Dios por su rescate!;
9 es muy cara la redención de su alma, y siempre faltará,
10 para que viva aún y nunca vea la fosa.
17 No temas cuando el hombre se enriquece, cuando crece el boato de su casa.
18 Que a su muerte, nada ha de llevarse, su boato no bajará con él.
19 Aunque en vida se bendecía a sí mismo - te alaban, porque te has tratado bien -,
20 irá a unirse a la estirpe de sus padres, que nunca ya verán la luz.
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