domingo, 31 de agosto de 2008

Evangelio y lecturas Lunes 1 de septiembre

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)

1ª Lectura
1Cor 2,1-5
1 Hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad, llegué anunciándoos el misterio de Dios no con alardes de elocuencia o de sabiduría; 2 pues nunca entre vosotros me precié de saber otra cosa que a Jesucristo, y a Jesucristo crucificado. 3 Me presenté entre vosotros débil y temblando de miedo. 4 Y mi palabra y mi predicación no se basaban en la elocuencia persuasiva de la sabiduría, sino en la demostración del poder del Espíritu, 5 para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.

Salmo Responsorial
Sal 119,97
97 Cuánto amo tu ley: todo el día estoy pensando en ella;
Sal 119,98
98 tu mandamiento me hace más sabio que mis enemigos, y siempre está conmigo;
Sal 119,99
99 soy más listo que todos mis maestros, porque medito en tus decretos;
Sal 119,100
100 soy más sabio que todos los ancianos, pues guardo tus preceptos;
Sal 119,101
101 he apartado mi pie de todo mal camino con el fin de guardar tu palabra;
Sal 119,102
102 no me he apartado nunca de tus decisiones, pues tú me has instruido;

Evangelio
Lc 4,16-30
16 Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró, según su costumbre, en la sinagoga y se levantó a leer. 17 Le entregaron el libro del profeta Isaías, desenrolló el volumen y encontró el pasaje en el que está escrito: 18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a llevar la buena nueva a los pobres, a anunciar la libertad a los presos, a dar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos 19 y a proclamar un año de gracia del Señor. 20 Enrolló el libro, se lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó; todos tenían sus ojos clavados en él; 21 y él comenzó a decirles: «Hoy se cumple ante vosotros esta Escritura». 22 Todos daban su aprobación y, admirados de las palabras tan hermosas que salían de su boca, decían: «¿No es éste el hijo de José?». 23 Él les dijo: «Seguramente me diréis aquel refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí, en tu patria». 24 Y continuó: «Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. 25 Os aseguro, además, que en tiempo de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses y hubo gran hambre en toda la tierra, había muchas viudas en Israel, 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta, en Sidón. 27 Y había muchos leprosos en Israel cuando Eliseo profeta, pero ninguno de ellos fue limpiado de su lepra sino Naamán, el sirio».28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, 29 se levantaron, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron a la cima del monte sobre el que estaba edificada la ciudad para despeñarlo. 30 Pero Jesús pasó por en medio de todos y se fue.

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