Tiempo Ordinario: (2ª Parte)
1ª Lectura
1Cor 2,10-16
10 Y a nosotros nos lo manifestó Dios por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo penetra todo, hasta las cosas más profundas de Dios. 11 ¿Qué hombre, en efecto, conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? De la misma manera, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios generosamente nos ha dado. 13 Hablamos de esto con un lenguaje que no nos ha enseñado la sabiduría humana, sino el Espíritu, que expresa las cosas espirituales en términos espirituales. 14 El hombre mundano no acepta las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él, y no puede entenderlas, ya que hay que juzgarlas espiritualmente. 15 El espiritual, por el contrario, lo juzga todo, y a él nadie le juzga. 16 Porque, ¿quién conoció el pensamiento del Señor para poder enseñarlo? Pero nosotros poseemos el pensamiento de Cristo.
Salmo Responsorial
Sal 145,8-9
8 El Señor es tierno y compasivo, paciente y lleno de bondad; 9 el Señor es bueno con todos, lleno de ternura con todas sus obras.
Sal 145,10-11
10 Te alabarán, Señor, todas tus obras, y tus fieles te bendecirán; 11 anunciarán la gloria de tu reino y hablarán de tus proezas,
Sal 145,12-13
12 explicando a los hombres tus proezas y la gloria deslumbrante de tu reino. 13 Tu reino es un reino eterno y tu imperio dura por todas las edades. El Señor es fiel a su palabra, leal en todas sus acciones.
Evangelio
Lc 4,31-37
31 Fue a Cafarnaún, ciudad de Galilea, donde les enseñaba los sábados. 32 Y ellos se asombraban de su doctrina porque hablaba con autoridad. 33 En la sinagoga había un hombre poseído de un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 34 «¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres: El Santo de Dios». 35 Jesús le increpó: «Cállate, y sal de él». El demonio lo tiró por tierra, pero salió de él sin hacerle daño. 36 Todos quedaron estupefactos y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Manda con autoridad y energía a los espíritus inmundos, y le obedecen!». 37 Y su fama se extendió por toda la comarca.
1ª Lectura
1Cor 2,10-16
10 Y a nosotros nos lo manifestó Dios por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo penetra todo, hasta las cosas más profundas de Dios. 11 ¿Qué hombre, en efecto, conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? De la misma manera, nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios generosamente nos ha dado. 13 Hablamos de esto con un lenguaje que no nos ha enseñado la sabiduría humana, sino el Espíritu, que expresa las cosas espirituales en términos espirituales. 14 El hombre mundano no acepta las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él, y no puede entenderlas, ya que hay que juzgarlas espiritualmente. 15 El espiritual, por el contrario, lo juzga todo, y a él nadie le juzga. 16 Porque, ¿quién conoció el pensamiento del Señor para poder enseñarlo? Pero nosotros poseemos el pensamiento de Cristo.
Salmo Responsorial
Sal 145,8-9
8 El Señor es tierno y compasivo, paciente y lleno de bondad; 9 el Señor es bueno con todos, lleno de ternura con todas sus obras.
Sal 145,10-11
10 Te alabarán, Señor, todas tus obras, y tus fieles te bendecirán; 11 anunciarán la gloria de tu reino y hablarán de tus proezas,
Sal 145,12-13
12 explicando a los hombres tus proezas y la gloria deslumbrante de tu reino. 13 Tu reino es un reino eterno y tu imperio dura por todas las edades. El Señor es fiel a su palabra, leal en todas sus acciones.
Evangelio
Lc 4,31-37
31 Fue a Cafarnaún, ciudad de Galilea, donde les enseñaba los sábados. 32 Y ellos se asombraban de su doctrina porque hablaba con autoridad. 33 En la sinagoga había un hombre poseído de un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 34 «¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres: El Santo de Dios». 35 Jesús le increpó: «Cállate, y sal de él». El demonio lo tiró por tierra, pero salió de él sin hacerle daño. 36 Todos quedaron estupefactos y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Manda con autoridad y energía a los espíritus inmundos, y le obedecen!». 37 Y su fama se extendió por toda la comarca.
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