domingo, 28 de diciembre de 2008

Evangelio lunes 29 de Diciembre

Navidad

1ª Lectura

1Jn 2,3-11
3 Sabemos que le conocemos en que guardamos sus mandamientos. 4 El que afirma que le conoce, pero no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. 5 Pero el que guarda su palabra, verdaderamente es perfecto en él. 6 En esto sabemos que estamos unidos a él: el que afirma que está unido debe comportarse como él se comportó. 7 Queridos míos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento viejo, que tenéis desde el principio: el mandamiento viejo es la palabra que habéis oído. 8 Es, por otra parte, también un mandamiento nuevo el que os escribo -que es verdadero en él y en vosotros-; porque se disipan las tinieblas y la luz verdadera brilla ya. 9 El que afirma que está en la luz y odia a su hermano está aún en las tinieblas. 10 El que ama a su hermano está en la luz, y no hay en él ocasión alguna de caída. 11 Pero el que odia a su hermano está en las tinieblas, anda en las tinieblas y no sabe adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.

Salmo Responsorial
Sal 96,1-2
1 Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; 2 cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su salvación;

Sal 96,2-3
2 cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su salvación; 3 publicad su gloria entre las gentes, sus portentos entre todos los pueblos.

Sal 96,5-6
5 Pues los dioses de los otros pueblos no son nada, mientras que el Señor hizo los cielos; 6 su presencia está llena de esplendor y majestad, y su santuario, de potencia y hermosura.

Evangelio
Lc 2,22-35
22 Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para ofrecerlo al Señor, 23 como está escrito en la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor, 24 y para ofrecer el sacrificio según lo ordenado en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones. 25 Había entonces en Jerusalén un hombre llamado
Simeón, justo y piadoso, que esperaba la liberación de Israel: El Espíritu Santo estaba en él, 26 y le había anunciado que no moriría sin ver al mesías del Señor. 27 Movido por el Espíritu fue al templo, y, al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo establecido por la ley acerca de él, 28 lo recibió en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: 29 «Ahora, Señor, puedes dejar morir en paz a tu siervo, porque tu promesa se ha cumplido: 30 Mis propios ojos han visto al Salvador 31 que has preparado ante todos los pueblos, 32 luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel».33 Su padre y su madre estaban admirados de las cosas que decían de él. 34 Simeón los bendijo, y dijo a María, su madre: «Este niño está destinado en Israel para que unos caigan y otros se levanten; será signo de contradicción 35 para que sean descubiertos los pensamientos de todos; y a ti una espada te atravesará el corazón».

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