Este Triduo, dijo el Papa, está compuesto por "los tres días santos en los que la Iglesia conmemora el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús".
Benedicto XVI explicó que "el Jueves Santo es el día en el que se conmemora la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial. Por la mañana, cada comunidad diocesana se reúne en la Iglesia catedral con el obispo y celebra la Misa del Crisma. También tiene lugar la renovación de las promesas sacerdotales".
"En la tarde del Jueves Santo inicia realmente el Triduo Pascual, con la memoria de la Última Cena, en la que Jesús instituyó el memorial de su Pascua, dando cumplimiento al rito pascual judío".
"Jesús lava los pies a los apóstoles, invitándoles a amarse unos a otros como El los amó, dando su vida por ellos. Al repetir este gesto en la liturgia, también nosotros estamos llamados a dar testimonio activamente del amor de nuestro Redentor".
El Santo Padre recordó que el Jueves Santo "termina con la adoración eucarística, en recuerdo de la agonía del Señor en el Huerto de Getsemaní. Consciente de su muerte inminente en la cruz, siente una gran tristeza".
Refiriéndose a la somnolencia de los Apóstoles que acompañaron a Jesús en Getsemaní, el Papa señaló que "es la insensibilidad por Dios, que nos hace insensibles al mal". Con su muerte, el Señor "siente todo el sufrimiento de la humanidad" y resaltó que "su voluntad está subordinada a la voluntad del Padre y transforma esta voluntad natural en un sí a la voluntad de Dios".
En su oración, explicó Benedicto XVI, Jesús transforma "la aversión natural, la aversión contra el cáliz, contra su misión de morir por nosotros, transforma esta su voluntad natural en voluntad de Dios, en un sí a la voluntad de Dios".
"El hombre de por sí es tentado de oponerse a la voluntad de Dios, de tener la intención de seguir la propia voluntad, de sentirse libre solo si es autónomo, opone la propia autonomía a la heteronomía de seguir la voluntad de Dios. Este es el drama de la humanidad".
El Papa advirtió que "en verdad esta autonomía es equivocada y este entrar en la voluntad de Dios no es una oposición en sí, no es una esclavitud que violente mi voluntad, sino es entrar en la verdad y el amor, en el bien. Y Jesús atrae nuestra voluntad, que se opone a la voluntad de Dios, que busca la autonomía, atrae esta nuestra voluntad hacia lo alto, hacia la voluntad de Dios".
En Getsemaní, dijo el Papa, "podemos también ver el gran contraste entre Jesús y su angustia, con su sufrimiento, confrontado con el gran filósofo Sócrates, que permanece pacífico, sin perturbación ante la muerte. Y parece que esto es lo ideal. Podemos admirar a este filósofo, pero la misión de Jesús era otra".
La misión del Señor, continuó el Santo Padre "no era esta total indiferencia y libertad, su misión era portar en sí mismo todo nuestro sufrimiento, todo el drama humano. Y por ello esta humillación del Getsemaní es esencial para la misión del Hombre-Dios".
"Él carga sobre sí nuestro sufrimiento, nuestra pobreza, y la transforma según la voluntad de Dios. Y así abre las puertas delcielo, abre el cielo: esta tienda del Santísimo, que hasta ahora el hombre ha cerrado contra Dios, es abierta por este sufrimiento y obediencia".
Sobre el Viernes Santo, Benedicto XVI dijo que en este día se conmemora "la pasión y muerte del Señor; adoraremos a Cristo crucificado, compartiendo sus sufrimientos con la penitencia y el ayuno".
"Dirigiendo la mirada a aquel que traspasaron, podremos alcanzar el corazón atravesado que mana sangre y agua como una fuente, ese corazón del que surge el amor de Dios por todos nosotros para que recibamos su espíritu. Acompañemos entonces en el Viernes Santo también nosotros a Jesús en el Calvario, dejémonos guiar por Él hasta la cruz, recibamos la ofrenda de su cuerpo inmolado".
"Por último, en la noche del Sábado Santo, celebraremos la solemne Vigilia Pascual, en la que se anuncia la resurrección de Cristo, su victoria definitiva sobre la muerte, que nos desafía a ser hombres nuevos en Él".
El Santo Padre resaltó que "el criterio que guió cada decisión de Jesús durante toda su vida fue su firme voluntad de amar al Padre y de serle fiel".
"Al revivir el Triduo Santo, dispongámonos a acoger en nuestra vida la voluntad de Dios, conscientes de que en ella se halla nuestro verdadero bien, el camino de la vida. Que la Virgen Madre nos guíe en este itinerario y nos obtenga de su divino Hijo la gracia de poder dedicar nuestra vida por amor de Jesús, al servicio de los demás".
En su saludo en español el Papa exhortó a que "en estas celebraciones podremos asomarnos a la intimidad de Jesús y a suvoluntad firme de amar al Padre y serle fiel en todo, y aprender así de Él a imitarle en nuestra vida".
Asimismo saludó "especialmente a los participantes en el encuentro UNIV, así como a los venidos de Argentina, Colombia, Ecuador, España, México y otros países latinoamericanos. Que la Virgen María nos enseñe a todos a acompañar en estos días a su Hijo, en los momentos decisivos de su misterio redentor".
A los 3 000 participantes del encuentro UNIV, promovído por la Prelatura personal del Opus Dei, el Santo Padre dijo: "espero que estas jornadas romanas sean para todos vosotros una ocasión para redescubrir la persona de Cristo y una fuerte experiencia eclesial para que regreséis a casa animados por el deseo de testimoniar la misericordia del Padre celestial".
"Así, a través de vuestra vida, se realizará lo que deseaba San Josemaría Escrivá: Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo", concluyó.
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