lunes, 19 de enero de 2015

El Evangelio Meditado

Discípulos de Juan no ayunan
Tiempo Ordinario
Marcos 2, 18-22. Tiempo Ordinario. Si Cristo habita en nuestra alma no podemos estar tristes o preocupados. 


Por: Óscar Pérez Lomán | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Marcos 2, 18-22
En una ocasión, en que los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos ayunaban, algunos de ellos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día. Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en odres viejos; de otro modo, el vino reventaría los odres y se echaría a perder tanto el vino como los odres: sino que el vino nuevo, en odres nuevos.

Oración introductoria
Ayúdame, Señor, a crecer espiritual y apostólicamente para poder ofrecerte una vida nueva, marcada por el amor a Ti y a mis hermanos. Que tu Espíritu Santo, santificador, guíe esta meditación para orar con una absoluta confianza en tu providencia infinita.

Petición
Jesús, dame la sabiduría para saber ayunar de todo aquello que pueda disminuir mi fidelidad y la totalidad de mi entrega a la misión que me has encomendado.

Meditación del Papa Francisco
Los escribas querían poner en dificultad a Jesús y por ello le preguntan por qué sus discípulos no ayunan, tendiéndole una trampa y Jesús y responde hablando de la fiesta y la novedad. “A vino nuevo, odres nuevos”. La novedad del Evangelio. ¿Qué nos trae el Evangelio?, alegría y novedad. Estos doctores de la ley estaban cerrados en sus mandamientos, en sus prescripciones.
San Pablo, hablando de ellos, dice que antes de llegar Jesús, todos estábamos confinados como prisioneros bajo la ley. Una ley que no era mala: pero los mantuvo prisioneros. Y la fe se ha revelado, en Jesús. El pueblo tenía la ley que le había dado Moisés; y después tantas de estas costumbres y pequeñas leyes que habían codificado los doctores.
Alguien podría objetar, ¿pero los cristianos no tienen ley? ¡Sí! Jesús ha dicho: ‘Yo no vengo a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud. Y la plenitud de la ley, por ejemplo, son las Bienaventuranzas, la ley del amor, el amor total, tal como Jesús nos demostró con su amor. Y cuando Jesús reprende a estas personas, estos doctores de la ley, les llama al órden por no haber mantenido las personas con la Ley, sino de hacerlo esclavo de pequeñas leyes, de muchas pequeñas cosas que deben hacer. (Cf. S.S. Francisco, 5 de septiembre de 2014, homilía en Santa Marta).
Reflexión
Cristo nos llama a la alegría. A una alegría profunda, nacida desde la paz del alma. Él nos lo dijo claramente: “¿Cómo pueden ayunar los invitados a la boda mientras están con el esposo?” Si realmente Jesucristo habita en nuestra alma a través de la gracia, ¿Cómo podemos mantenernos tristes o acongojados?

Él vive en nuestra alma. Y aquí se nos presenta uno de los misterios más hermosos de nuestra fe: Dios vive realmente en medio de nosotros en la Eucaristía y dentro de nosotros por la gracia. Por lo tanto, fuera las angustias, porque Dios es paz; fuera el desaliento, porque Dios es esperanza; fuera la desazón, porque Dios es consuelo. Habrá dificultades, sí, y muy fuertes, pero cuando Él vive en nosotros nunca se pierde la paz interior del alma. Aunque la sensibilidad sufra.

Jesús nos conoce y sabe que vendrán días en que posiblemente le dejemos por el pecado. Por eso nos dice qué hacer. Nos aconseja el ayuno, es decir, la abnegación. Pero no quiere que suframos porque sí. El sacrificio es sólo un medio para llegar al Fin. Un medio de purificación para llegar a Dios, para volver a recuperar al divino Huésped de nuestra alma, que es la Paz y la Felicidad.

El fin es maravilloso; el camino, claro. ¿Qué esperamos para recorrerlo?

Propósito
Pedir a la Virgen María que interceda por mí, para que sepa conservar y aumentar mi fe.

Diálogo con Cristo
Señor, hoy me invitas a dejar lo viejo, lo desgastado, la rutina. Me propones desprenderme del espíritu deteriorado y débil con el que a veces vivo mi fe. Me llamas a más, a estar en pie de lucha con un amor y un fervor renovado. Para que mi amor sea nuevo cada día debe alimentarse en la oración y en los sacramentos, por eso pido la intercesión de tu santísima Madre, para me ayude a renovar hoy mi amor por ti, para que me ayude a buscar continuamente mi renovación interior.

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