martes, 5 de agosto de 2008

Evangelio y Lecturas 6 de Agosto de 2008

1ª Lectura
Jer 31,1-7
1 En aquel tiempo -dice el Señor- yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellos serán mi pueblo. 2 Esto dice el Señor: Ha hallado gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada.
Israel se dirige a su descanso. 3 De lejos el Señor se le ha aparecido. Con amor eterno te he amado, por eso te trato con lealtad. 4 Te construiré de nuevo y serás reconstruida, oh virgen de Israel. De nuevo te adornarás con tus panderos y saldrás a danzar gozosamente. 5 De nuevo plantarás viñas en los montes de Samaría, plantarán los plantadores y cosecharán.
6 Sí, vendrá un día en que los centinelas gritarán en la montaña de Efraín: «¡Levantaos, subamos a Sión, hacia el Señor, nuestro Dios!». 7 Esto dice el Señor: ¡Gritad de gozo por Jacob, aclamad a la primera de las naciones! ¡Publicad, alabad, decid: El Señor ha librado a su pueblo, al resto de Israel!

Salmo Responsorial
Jer 31,10
10 Naciones, escuchad la palabra del Señor, y anunciadla en las islas lejanas; decid: «El que dispersó a Israel lo reúne, lo guarda como un pastor su rebaño».
Jer 31,11-12
11 Sí, el Señor ha reivindicado Jacob, lo ha librado de una mano más fuerte. 12 Y vendrán cantando de alegría a la altura de Sión, volverán a gozar de los bienes del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y los bueyes. Su alma será un huerto bien regado y no volverán ya a languidecer.

Jer 31,13
13 Entonces las jóvenes se alegrarán bailando, jóvenes y viejos vivirán felices; cambiaré su luto en alegría; los consolaré, los alegraré después de su dolor.

Evangelio
Mt 15,21-28
21 Jesús salió de allí y se fue a las regiones de Tiro y Sidón. 22 Y una mujer cananea salió de aquellos contornos y se puso a gritar: «¡Ten compasión de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio». 23 Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Despídela, porque viene gritando detrás de nosotros». 24 Él respondió: «No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel». 25 Pero ella se acercó, se puso de rodillas ante él y le suplicó: «¡Señor, ayúdame!». 26 Él respondió: «No está bien quitarle el pan a los hijos para echárselo a los perros». 27 Ella dijo: «Cierto, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos». 28 Entonces Jesús le dijo: «¡Oh mujer, qué grande es tu fe! Que te suceda como quieres». Y desde aquel momento su hija quedó curada.

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