sábado, 9 de agosto de 2008

Evangelio y lecturas para Domingo 10 de Agosto

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)

1ª Lectura

1Re 19,9

9 Llegó y pasó la noche en una cueva. El Señor le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?».

1Re 19,11-13

11 El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña ante la presencia del Señor». Y el Señor pasó. Sopló un viento fuerte e impetuoso que descuajaba los montes y quebraba las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Tras el terremoto, un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y al fuego siguió un ligero susurro de aire. 13 Elías, al oírlo, se cubrió el rostro con su capa, salió fuera y se quedó de pie a la entrada de la cueva. Y una voz le

preguntó: «¿Qué haces aquí, Elías?».

Salmo Responsorial

Sal 85,9-10

9 Voy a escuchar lo que Dios dice: «El Señor anuncia la paz para su pueblo y sus amigos, con tal que a su locura no retornen». 10 Su salvación está cerca de sus fieles, su gloria va a habitar en nuestra tierra;

Sal 85,11-12

11 el amor y la lealtad se darán cita, la justicia y la paz se abrazarán; 12 la tierra producirá lealtad y la justicia mirará desde los cielos.

Sal 85,13-14

13 El mismo Señor traerá la lluvia y nuestra tierra dará sus cosechas. 14 La justicia marchará delante de él, irá preparándole el camino.

2ª Lectura

Rom 9,1-5

1 Como cristiano que soy, digo la verdad, no miento. Mi conciencia, bajo la acción del Espíritu Santo, me asegura que digo la verdad. 2 Tengo una tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor. 3 Quisiera ser objeto de maldición, separado incluso de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi propia raza; 4 son los israelitas, a los que Dios adoptó como hijos y a los que se apareció gloriosamente; de ellos es la alianza, la ley, el culto y las promesas; 5 de ellos son también los patriarcas; de ellos procede Cristo en cuanto hombre, el que está por encima de todas las cosas y es Dios bendito por los siglos. Amén.

Evangelio

Mt 14,22-33

22 Después obligó a los discípulos a que se embarcaran y se le adelantaran rumbo a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. 23 Y una vez que la despidió, subió al monte, a solas, para orar; al caer la tarde, estaba solo allí. 24 Mientras, la barca se hallaba ya en medio del lago, batida por las olas, porque el viento era contrario. 25 Hacia las tres de la madrugada se dirigió a ellos andando sobre el lago. 26 Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron y decían: «¡Es un fantasma!», y se pusieron a gritar llenos de miedo. 27 Jesús les dijo: «Tranquilizaos. Soy yo, no tengáis miedo». 28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas». 29 Él dijo: «Ven». Pedro saltó de la barca y fue hacia Jesús andando sobre las aguas. 30 Pero, al ver la fuerza del viento, se asustó y, como empezaba a hundirse, gritó: «¡Sálvame, Señor!». 31 Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?». 32 Cuando subieron a la barca, el viento se calmó. 33 Y los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: «Verdaderamente tú eres el hijo de Dios».

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