lunes, 12 de enero de 2009

Evangelio 13 de Enero 2009

Tiempo Ordinario: (1ª Parte)

1ª Lectura
Heb 2,5-12
5 Porque, de hecho, no sometió a los ángeles el mundo venidero, del cual hablamos. 6 Alguien afirmó en cierto lugar: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; el ser humano, para que de él te preocupes? 7 Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad. 8 Todo lo sometiste bajo sus pies. Si se le ha sometido todo, no ha quedado nada fuera de su dominio. De momento, es cierto, no vemos todavía esta sumisión universal. 9 Pero al que fue rebajado un poco con relación a los ángeles, Jesús, le vemos coronado de gloria y dignidad por haber sufrido la muerte; de modo que, por la gracia de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos.
LA REDENCIÓN REALIZADA POR CRISTO
10 Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien todo fue hecho, queriendo llevar a la gloria un gran número de hijos, hiciese perfecto, mediante los sufrimientos, al jefe que debía guiarlos a la salvación. 11 Porque el santificador y los santificados tienen todos el mismo origen. Por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12 diciendo: Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en plena asamblea te alabaré.

Salmo Responsorial
Sal 8,2
2 ¡Oh Dios, Señor nuestro, qué admirable es tu nombre por toda la tierra, tu majestad se asienta encima de los cielos!

Sal 8,5

5 ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que de él te preocupes?

Sal 8,6-7

6 Apenas inferior a un dios lo hiciste, lo coronaste de gloria y dignidad; 7 le diste el señorío de la obra de tus manos, bajo sus pies todo lo pusiste:

Sal 8,8-9

8 ovejas y bueyes, todos juntos, y hasta las bestias del campo, 9 las aves del cielo y los peces del mar,cuanto surca las sendas de las aguas.

Evangelio
Mc 1,21-28
21 Entraron en Cafarnaún, y, el sábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Todos se maravillaban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la ley.
CURA A UN ENDEMONIADO
23 En la sinagoga había un hombre poseído de un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 «¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres: ¡El santo de Dios!». 25 Jesús le increpó: «Cállate y sal de él». 26 Y el espíritu inmundo, retorciéndole y gritando, salió de él. 27 Todos quedaron estupefactos y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva con tanta autoridad! ¡Manda a los espíritus inmundos y le obedecen!». 28 Y su fama se extendió rápidamente por todas partes en todo el territorio de Galilea.

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