jueves, 15 de enero de 2009

Evangelio 16 de Enero 2009

Tiempo Ordinario: (1ª Parte)

1ª Lectura
Heb 4,1-5
1 Mientras sigue en vigor la promesa de entrar en su descanso, hay que tener mucho cuidado, no sea que alguno de vosotros no lo consiga. 2 Porque también nosotros, como ellos, hemos recibido la buena nueva; pero a ellos no les aprovechó la palabra que habían oído, porque al escucharla no se unieron a ella por la fe. 3 Entremos, pues, nosotros, que hemos creído, en el descanso, según lo que dijo: Y juré en mi indignación: ¡No entrarán jamás en mi descanso! Las obras de Dios ya estaban acabadas desde la creación del mundo. 4 Pues en cierto pasaje dijo acerca del séptimo día: Y Dios descansó de todo su trabajo el séptimo día. 5 Y de nuevo en este lugar: No entrarán en mi descanso.

Heb 4,11
11 Esforcémonos, pues, por entrar en este reposo, para que nadie sucumba imitando aquel ejemplo de desobediencia.

Salmo Responsorial
Sal 78,3
3 Lo que hemos oído y aprendido, lo que nuestros padres nos contaron,

Sal 78,4
4 no se lo ocultaremos a sus hijos;contaremos a la generación futura los títulos de gloria del
Señor, su poder y las maravillas que él ha hecho.

Sal 78,6-7
6 para que la generación siguiente lo supiera, los hijos que habían de nacer, y que éstos, a su vez, se lo contaran a sus hijos 7 para que pongan en Dios su confianza, no olviden los prodigios del Señor y guarden sus mandatos;

Sal 78,8
8 no lleguen a ser como sus padres, una generación indócil y rebelde, generación cuyo corazón no fue constante, y cuyo espíritu fue desleal para con Dios.

Evangelio
Mc 2,1-12
1 Entró de nuevo en Cafarnaún después de algunos días, y se supo que estaba en casa. 2 Acudieron tantos que ni a la puerta cabían; y él les dirigía la palabra. 3 Le trajeron entre cuatro un paralítico. 4 Como había tanta gente, no podían presentárselo. Entonces levantaron la techumbre donde él estaba, hicieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. 5 Jesús, al ver su fe, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». 6 Algunos de los maestros de la ley se dijeron: 7 «¿Cómo habla así éste? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?». 8 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué pensáis así? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados son perdonados, o decirle: Levántate, carga con tu camilla y anda? 10 Pues para que veáis que el hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, dijo al paralítico: 11 ¡Tú, levántate, carga con tu camilla y vete a tu casa!». 12 El paralítico se levantó, cargó inmediatamente con la camilla y salió a la vista de todos. Todos se quedaron sobrecogidos y glorificaron a Dios, diciendo: «Jamás hemos visto cosa igual».

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