sábado, 17 de enero de 2009

Evangelio 17 de Enero 2009

Tiempo Ordinario: (1ª Parte)

1ª Lectura
Heb 4,12-16
12 Pues la palabra de Dios es viva y eficaz y más aguda que espada de dos filos; ella penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y es capaz de juzgar los sentimientos y los pensamientos. 13 Y no hay criatura alguna que esté oculta ante ella, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos dar cuenta. 14 Puesto que tenemos un sumo sacerdote extraordinario, que ha penetrado en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, permanezcamos firmes en la fe que profesamos. 15 Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, ya que fue probado en todo a semejanza nuestra, a excepción del pecado. 16 Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno.

Salmo Responsorial
Sal 19,8
8 La ley del Señor es perfecta, portadora de vida; el testimonio del Señor es veraz, hace sabio al sencillo;

Sal 19,9
9 los preceptos del Señor son justos, reportan alegría al corazón; los mandamientos del Señor son límpidos, dan luz a los ojos;

Sal 19,10
10 el temor del Señor es puro, dura para siempre;los decretos del Señor son la verdad misma,
todos ellos son justos;

Sal 19,15
15 Acoge las palabras de mi boca, acepta los deseos de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío.

Evangelio
Mc 2,13-17
13 Fue de nuevo a la orilla del lago; toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en la oficina de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él se levantó y lo siguió. 15 Y estando en su casa a la mesa, muchos publicanos y pecadores se pusieron a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían. 16 Los maestros de la ley y los fariseos, al verlo comiendo con los pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?». 17 Jesús lo oyó y les dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos; no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores

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