martes, 27 de enero de 2009

Evangelio 27 de Enero 2009

Tiempo Ordinario: (1ª Parte)

1ª Lectura
Heb 10,1-10
1 En efecto, no siendo la ley más que una sombra de los bienes venideros y no la realidad misma de las cosas, ofrece cada año perpetuamente los mismos sacrificios sin poder hacer perfectos a aquellos que se acercan a Dios. 2 De otro modo, ¿no hubiesen cesado de ofrecerlos, supuesto que quienes ofrecían este culto, purificados una vez para siempre, no tendrían ya conciencia alguna de pecado? 3 Por el contrario, estos sacrificios traen cada año a la mente el recuerdo de los pecados; 4 porque es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados.
CRISTO, OFRECIDO COMO VÍCTIMA VOLUNTARIA
5 Por eso, al entrar en este mundo, Cristo dijo:No has querido sacrificios ni ofrendas, pero en su lugar me has formado un cuerpo. 6 No te han agradado los holocaustos ni los sacrificios por el pecado. 7 Entonces dije: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad, como en el libro está escrito de mí.
8 Primero dice que no ha querido sacrificios ni ofrendas y que no le han agradado los holocaustos y los sacrificios por el pecado; 9 y luego añade: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad, con lo que deroga el primer régimen para fundar el segundo. 10 Y en virtud de esta voluntad nosotros somos santificados, de una vez para siempre, por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo.

Salmo Responsorial
Sal 40,2-4
2 En el Señor he puesto toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi grito; 3 me sacó de la fosa mortal, del fango cenagoso; puso mis pies sobre la roca, aseguró mis pasos; 4 puso en mi boca un cantar nuevo, una alabanza para nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y confiarán en el Señor.

Sal 40,7-8
7 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, no pides holocaustos ni sacrificios por el pecado; en cambio, me has abierto el oído, 8 por lo que entonces dije: «Aquí estoy, en el libro está escrito de mí:

Sal 40,10
10 Pregoné tu justicia a la gran asamblea, no he cerrado mis labios; tú lo sabes, Señor.

Sal 40,11
11 No he dejado de hablar de tu justicia, he proclamado tu lealtad y tu salvación, no he ocultado tu amor y tu fidelidad ante la gran asamblea.

Evangelio
Mc 3,31-35
31 Llegaron la madre y los hermanos de Jesús; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. 32 La gente estaba sentada a su alrededor cuando le dijeron: «Mira, ahí afuera te buscan tu madre y tus hermanos y hermanas». 33 Él respondió: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». 34 Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. 35 Porque el que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

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