viernes, 12 de agosto de 2011

Evangelio 12 de Agosto de 2011

  • Primera Lectura: Josué 24, 1-13
    "Yo tomé a su padre Abrahán de Mesopotamia, y a ustedes los saqué de Egipto y los he hecho entrar en la tierra prometida"

    En aquellos días, Josué reunió en Siquén a todas las tribus de Israel y llamó a los ancianos, a los jueces, a los jefes y a los escribas. Cuando todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo:
    «Esto dice el Señor, Dios de Israel: Al otro lado del río Eufrates vivieron hace tiempo sus antepasados, hasta la época de Téraj, padre de Abrahán y de Najor, y adoraban otros dioses. Tomé a su padre Abrahán del país de Mesopotamia y lo conduje a la tierra de Canaán; le di por hijo a Isaac y multipliqué su descendencia. A Isaac le di por hijos a Jacob y a Esaú; a Esaú le di en propiedad la montaña de Seír; Jacob y sus hijos se fueron a Egipto.
    Envié después a Moisés y a Aarón para castigar Egipto con señales prodigiosas. Luego los saqué de allí a ustedes y a sus padres, y llegaron al mar. Los egipcios persiguieron a lo padres de ustedes con carros y guerreros hasta el mar Rojo. Ustedes clamaron entonces al Señor, el cual tendió una densa niebla entre ustedes y los egipcios e hizo caer sobre ellos el mar, que los cubrió. Con sus propios ojos vieron ustedes lo que hice con Egipto. Después vivieron mucho tiempo en el desierto.
    Los introduje después en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán; ellos les declararon la guerra y yo los entregué en las manos de ustedes; los destruyeron y ocuparon su tierra.
    Después se levantó Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, para pelear contra Israel y mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que los maldijera. Pero yo no quise escuchar a Balaán, que no tuvo más remedio que bendecirlos, y así los libré de las manos de Balac.
    Pasaron ustedes el Jordán y llegaron a la región de Jericó. La gente les hizo la guerra, igual que los amorreos, los perezeos, los cananeos, los hititas, los guirgaseos, los jibeos y los yebuseos, pero yo los entregué en las manos de ustedes. Mandé delante de ustedes avispas que expulsaron, antes de que ustedes llegaran, a los dos reyes de los amorreos; eso no se realizó ni con las espadas ni con los arcos de ustedes.
    Finalmente les he dado una tierra que no han cultivado; unas ciudades que no han construido y en las que, sin embargo, habitan; les he dado viñedos y olivares que no habían plantado y de los que ahora se alimentan”».

  • Salmo Responsorial: 135
    "Demos gracias al Señor."

    Demos gracias al Señor, porque él es bueno. Al Dios de los dioses demos gracias; demos gracias al Señor de los señores.
    R. Demos gracias al Señor.

    El guió a su pueblo por el desierto, hirió a grandes reyes y dio muerte a reyes poderosos.
    R. Demos gracias al Señor.

    El le dio sus tierras en herencia a Israel, su siervo, y nos libró de nuestros enemigos. R. Demos gracias al Señor.

  • Evangelio: Mateo 19, 3-12
    "Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así"

    En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
    «¿Le está permitido a uno separarse de su mujer por cualquier motivo?»
    Jesús les respondió:
    «¿No han leído que el Creador, desde un principio, los creó hombre y mujer, y dijo: Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
    Ellos le replicaron:
    «Entonces, ¿por qué ordenó Moisés que el marido le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?»
    Jesús les contestó:
    «Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio».
    Entonces le dijeron sus discípulos:
    «Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse».
    Pero Jesús les dijo:
    «No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquéllos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros han sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquél que pueda comprenderlo».

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