sábado, 13 de septiembre de 2008

Evangelio, sábado 13 de septiembre de 2008

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)

1ª Lectura

1Cor 10,14-22

14 Por esto, queridos míos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a personas inteligentes: juzgad lo que os digo. 16 El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Puesto que sólo hay un pan, todos formamos un solo cuerpo, pues todos participamos del mismo pan. 18 Fijaos en el pueblo de Israel. ¿No quedan unidos al altar los que comen de las víctimas ofrecidas en él? 19 ¿Quiero decir con esto que las víctimas ofrecidas y los ídolos son algo? 20 No, pues los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios y no a Dios, y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber a la vez el cáliz del Señor y el de los demonios. No podéis participar a la vez de la mesa del Señor y de la de los demonios. 22 ¿O queremos provocar celos al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?

Salmo Responsorial

Sal 116,12-13

12 ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

13 Alzaré la copa de la victoria e invocaré el nombre del Señor;

Sal 116,17-18

17 Te ofreceré sacrificios en acción de gracias e invocaré tu nombre, Señor;

18 cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo,

Evangelio

Lc 6,43-49

43 «No hay ningún árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos. 44 El árbol se conoce por sus frutos. Porque no se cosechan higos de los espinos, ni se vendimian uvas de los zarzales. 45 El hombre bueno saca el bien de la bondad que atesora en su corazón, y el malo saca el mal de la maldad que tiene, porque de la abundancia del corazón habla la boca».

LA NECESIDAD DE LAS OBRAS

46 «¿Por qué me llamáis ¡Señor! ¡Señor!, y no hacéis lo que os digo? 47 Os diré a quién se parece todo el que viene a mí y escucha mi palabra y la pone en práctica. 48 Se parece a un hombre que al construir su casa cavó, profundizó y puso el cimiento sobre la roca; cuando luego vino la crecida y el río se precipitó contra la casa, no pudo derruirla porque estaba bien cimentada. 49 Pero el que escucha mis palabras y no las pone en práctica se parece al que construyó una casa sobre la arena, sin cimiento; chocó el río contra ella, y rápidamente se cayó y se arruinó totalmente».

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