domingo, 26 de octubre de 2008

Evangelio y lecturas lunes 27 de octubre

Tiempo Ordinario: (2ª Parte)

1ª Lectura
Ef 4,32
32 Sed bondadosos y compasivos; perdonaos unos a otros, como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.
Ef 5,1-8
1 Sed imitadores de Dios, como hijos muy amados. 2 Vivid en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros a Dios como ofrenda y sacrificio de olor agradable.
HUIDA DE LA IMPUREZA
3 En lo que se refiere a la lujuria y a toda clase de impureza o avaricia, que ni siquiera se nombre entre vosotros, como debe ser entre creyentes; 4 ni palabras torpes, groserías o bajezas, cosas que no están bien; por el contrario, alabad a Dios. 5 Porque tened bien entendido que ningún lujurioso, impuro o avaro -que es lo mismo que un idólatra- ha de heredar el reino de Cristo y de Dios. 6 Que nadie os engañe con vanas palabras, pues por estas cosas vendrá la ira de Dios sobre los rebeldes. 7 No tengáis parte alguna con ellos.
LA CONDUCTA DE LOS HIJOS DE DIOS
8 Antes erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz

Salmo Responsorial
Sal 1,1-2
1 Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los injustos, ni anda por el camino de los extraviados, ni se sienta en el banco de los cínicos; 2 sino que en la ley del Señor pone su amor y en ella medita noche y día.
Sal 1,3
3 Es como un árbol a orillas del arroyo, que da el fruto a su tiempo, cuyas hojas no se marchitan nunca; en todo lo que hace sale bien.
Sal 1,4
4 No así los injustos, no; son como paja que dispersa el viento.
Sal 1,6
6 Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el de los injustos lleva a la ruina.

Evangelio
Lc 13,10-17
10 Un sábado estaba enseñando en una sinagoga. 11 Había allí una mujer poseída de un espíritu inmundo, que la tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada y no podía de ninguna manera enderezarse. 12 Jesús, al verla, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». 13 Le impuso las manos y, al instante, se enderezó y empezó a alabar a Dios. 14 El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, decía al pueblo: «Hay seis días para trabajar; venid en ésos y curaos; no vengáis en sábado». 15 Jesús le respondió: «¡Hipócritas! ¿No suelta cada uno de vosotros su buey o su asno del pesebre en sábado y lo lleva a beber? 16 Y a esta mujer, que es una hija de Abrahán, a la que Satanás tenía atada desde hace dieciocho años, ¿no se la puede soltar de su atadura en sábado?». 17 Y al decir esto, todos sus adversarios quedaron avergonzados, mientras que la gente se regocijaba por los milagros que él hacía.

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